Los efectos jurídicos por coronavirus, ¿cuáles son? ¿Hibernación? ¿Congelación? ¿Parón? ¿Ralentización? ¿Un paréntesis y ya veremos?
Abdicar de la realidad para poseer su esencia.
A. Tabucchi
Vivimos en un momento como si todo a nuestro alrededor se hubiera quedado pausado. Un momento de aparente incertidumbre que nos empuja a planteárnoslo todo y digo “aparente” porque la incertidumbre es parte de nuestro ser, solo que esta vez se nos está haciendo más visible. Más que incertidumbre o un “nuevo tipo” de incertidumbre lo que estamos viviendo son tiempos de confusión, tanta como para repetir lo que decía Orestes “Hay gran confusión en mundo divino como en el humano”. Olvidando el mundo divino que va más allá de la competencia de cualquiera, lo que sí parece cierto es que una gran confusión ha permeado todo nuestro entorno y hace difícil tanto la toma de decisiones como la reflexión tranquila respecto a al futuro inmediato y de nuestros proyectos.
En estas últimas semanas hemos estado recibiendo una avalancha de informaciones de todo tipo. La mayoría útiles, la gran mayoría redundantes, en parte contradictorias y en parte demasiado superficiales o precipitadas que en nada ayudan a mermar la confusión en la que parece haberse instalado nuestra realidad. Nadie tiene la culpa, al contrario, debemos estar agradecidos pues bien merece todo el reconocimiento aquél que en estas circunstancias se motiva para aportar algo personal, y hay que reconocer con satisfacción que cada uno de estos aportes suma más de lo que resta. Sin embargo, el problema es que hay demasiadas incógnitas en nuestras ecuaciones para que alguna de las fórmulas que se nos ofrecen produzca un resultado (ni correcto ni incorrecto). Hay que hacer asunciones y el riesgo que las asunciones tienen es que no sabemos qué tan lejos del resultado nos estarán llevando.
En el mar, fijar el rumbo es una tarea ardua y cada imprecisión nos puede llevar muy lejos de nuestro destino, lo que no siempre es negativo. No obstante, en el mar, como en la realidad, no podemos quedarnos detenidos, ni en “calma chicha”, el movimiento, lo controlemos o nos controle, es inevitable por lo que, con errores o sin ellos debemos seguir avanzando. La profusión de mensajes puede dificultarnos las decisiones, la espesura del bosque suele obstaculizarnos la salida pero “haberla, hayla“, y quizás más de una.
Resumir todos los cambios que esta pandemia supondrá en la legislación aplicable y en general en el derecho, es francamente complejo. Aquí también muchos han sido los artículos, noticias, informaciones, mensajes y otros escritos que han aparecido recientemente y todos ellos nos han de servir, pero los cambios son tan rápidos a veces, tan inestables que se hace difícil discernir lo que realmente está pasando. Cada uno de estos cambios pretende resolver una circunstancia concreta, en un momento concreto y para un grupo concreto sin evaluar las consecuencias (o sin evaluar suficientemente o simplemente asumiéndolas, pues no hay más remedio). No hablo de si son buenas o malas, de si son las esperadas o no, simplemente que todo acto legislativo no se agota en sí mismo como esos mensajes de los espías de las películas, sino que extienden su vigencia más allá de sus propios límites y en tiempos de desconcierto son parte de él.
Mi intención al escribir estas líneas no era contribuir al desconcierto sino más bien al contrario pero me temo que no lo conseguiré y es que no es fácil para nadie, por no decir casi imposible, escapar de la tiranía de su época y como he dicho, es época de confusión y de rumbos muy poco exactos. ¡Qué se le va hacer! Daumier decía que “hay que ser de nuestro tiempo” aunque también es ciertongres respondía “¿y si la época se equivoca?”.
A efectos jurídicos generales y con independencia de lo que la norma específicamente establezca para cada cosa (y la casuística es tan amplia que se nos hace imposible de gestionar en unas pocas líneas) de me atrevería a decir que para todo aquello que se ha visto afectado por la situación de alarma que vivimos el derecho se ha puesto “en paréntesis”. De alguna manera es como si este tiempo no contara para muchas cosas aunque sí desgraciadamente para los ERTE o para las reducciones de jornada y tantas otras cosas. Sin duda es así para determinadas decisiones judiciales o cómputos procesales, para algunos plazos, es así para determinadas obligaciones fiscales (no todas) o administrativa (tampoco todas), es así para muchos de los documentos que ha vencido o está a punto de hacerlo como pasaportes, DNI u incluso el ITV del automóvil al igual que hay un paréntesis en el funcionamiento de los Registros y los plazos para la inscripción cuando procediera. Es un paréntesis para la aprobación de las cuentas anuales de las sociedades y las celebraciones de juntas, para las auditorías que no puedan realizarse de forma telemática o para determinar la responsabilidad de los administradores cuando la disolución legal de la empresa por pérdida que ponga en peligro su viabilidad y por lo tanto, en esta situación, también la responsabilidad patrimonial de los administradores. También es un paréntesis al derecho de separación de los socios o el reintegro de aportaciones. Es un paréntesis para determinadas cláusulas de algunos contratos a los que se aplicarán las normas de fuerza mayor (cuando corresponda) y por tanto podrán aplazarse algunas de las obligaciones de las partes siempre que se tomen las medidas necesarias para mitigar el daño. Es un paréntesis para determinadas obligaciones laborales o para las causas de bajas laborales, de retrasos o determinadas conductas del trabajador. Paréntesis también en la actividad escolar y en la prestación de determinados servicios como gimnasios, restaurantes, espectáculos, viajes, etc. Podríamos seguir pero, con todos los matices posibles, estaríamos siempre en un paréntesis.
Todo ello no implica que muchos aspectos de nuestra vida y actividad jurídica no puedan ni deban continuar. En la medida en la que se puedan cumplir las condiciones contractuales hay que cumplirlas, en lo posible esto tiene que continuar en la forma habitual aunque es difícil pensar que, de una forma u otra la situación de emergencia no nos afecte y por tanto también a nuestra actividad jurídica y por tanto, aun colateralmente no deba aplicarse el principio general.
Intentar establecer un principio general del que partir de cara al análisis de cada caso en particular es la intención de estas líneas y como idea general, y simplificando mucho que de eso se trata, debemos pensar que nos encontramos en periodo de paréntesis y que esta debería ser la norma general para todo lo que nos afecta, sobre esta, como siempre, deberían aplicarse las excepciones que nunca desaparecen y no al revés como parece que muchos están haciendo
Lo único malo de los paréntesis es que hay que cerrarlos y sobre eso, ahí sí, sigue todavía la incertidumbre y como más largos, más cosas caben en ellos y más incertidumbre, pero eso, claramente merece una reflexión aparte.