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A estas alturas de la historia del cine, nadie duda que las películas de abogados son un tema recurrente de la gran pantalla.

El heroísmo de algunos de los grandes defensores de la ley, ha sido siempre muy atractivo, sea este acusador o defensor; aunque mejor si es defensor, claro, pues no hay nada más seductor para el desarrollo de la ficción dramática que la del falso culpable defendido con nobleza de espíritu e inteligencia frente a todos los obstáculos, por un héroe moderno, cuya única arma para luchar contra al peso del sistema es el juego de su propia agudeza y tal vez el uso adecuado de algunos pequeños trucos aprendidos en el ejercicio de la profesión. ¿Quién no recuerda por poner tres ejemplos clásicos al viejo y cascarrabias Charles Laughton en “Testigo de Cargo” (Billy Wilder, 1957) o a un joven Tom Cruise en “Algunos hombre buenos” (Rob Reiner, 1992) y por supuesto a Gregory Peck haciendo de Atticus Finch, el mayor héroe de América, como se le ha calificado, en “Matar a un Ruiseñor” (Robert Mulligan, 1962)?

Junto a los grandes procesalistas, el mundo de los tribunales ha supuesto un enorme filón para los guionistas y escritores en las películas de abogados.

El ambiente cerrado de las salas judiciales (el Courtroom, en la denominación anglosajona) muchas veces “recalentadas”, literal y metafóricamente, como en “Heredarás el viento” (Stanley Kramer 1960) en que un desencantado Spencer Tracy, interpretando a un abogados real que en su tiempo fue uno de los más famosos de Estados Unidos, se enfrenta al que había sido su compañero en el conocido “juicio del mono”, favorece discursos y todo tipo de declaraciones de principios sobre la justicia, la libertad y los derechos fundamentales. También el calor provoca tensiones entre los miembros del jurado en la conocidísima “Doce hombres sin piedad” (Sidney Lumet, 1957) donde un impertérrito Henry Fonda va convenciendo a los demás miembros de las dudas razonables que se extienden en el caso de asesinato que están juzgando. Por supuesto, la Sala puede llegar a convertirse en un circo como muestra la divertida “La costilla de Adán” (Georges Cukor, 1949) en la que se enfrentan el fiscal (Spencer Trace) y la abogada defensora (Katherine Hepburn) que para hacerlo más interesante, son marido y mujer. Por supuesto, conscientes del suspense que puede darse en una sala de los tribunales, Hitchcock se interesó también en el cine de juicios con “el proceso Paradine” (Alfred Hitchcock, 1947) y también trató el tema de soslayo en “falso culpable (Alfred Hitchcock, 1956) y “Yo confieso” (Alfred Hitchcock, 1953). La lista de los directores clásicos que se han atrevido con el cine judicial es enorme, citemos no obstante  otra gran película de juicios dirigida por uno de los grandes directores del Hollywood clásico como es “Furia” (Fritz Lang, 1936) en la que un Spencer Tracy supuestamente linchado al haber sido confundido con otro, consigue llevar a juicio a algunos de los “linchadores”, abriéndose un interesante debate sobre la culpa, la acción en masa y el derecho a la venganza. Lang había salido recientemente de la opresiva Alemania nazista y sabía muy bien de lo que hablaba.

películas de abogados

Entre otros los grandes títulos de películas de abogados no puede faltar tampoco “Vencedores y vencidos” (Stanley Kramer, 1961) sobre el famoso juicio de Núremberg a algunos de los cabecillas nazis en Alemania al terminar la guerra.  En el juicio se plantea el dilema de si castigar o perdonar, vengar a las miles de víctimas o “pasar página” e intentar olvidar las atrocidades dando paso a una nueva generación de alemanes que nació durante y después de la guerra. En este film Spencer Tracy, abonado como se ve al cine de tribunales, hace del juez americano encargado del juicio que más allá de las presiones de unos y otros, intenta entender por qué sucedió en Alemania lo qué sucedió. Sería más tarde Hannah Arendt en su libro sobre el proceso Eichmann y su libro sobre la banalidad del mal quien la daría una explicación a lo ocurrido que por su cruda objetividad y clarividencia, no contentó entonces a nadie. Parte de este proceso puede verse en la película sobre la filósofa, de Margarethe von Trotta de 2012 quién también había filmado junto a Voker Schlöndorff en el año 1975 la novela de  “El honor perdido de Katherina Blum” sobre las falsas acusaciones, el derecho al honor y la influencia de la prensa.  

Lo cierto es que el cine, desde casi su nacimiento le ha dedicado un buen número de sus mejores películas de abogados y  más allá de las clásicas que siempre se citan (la lista es flexible y según quién la confecciones va eliminando unas u otras pero en general son siempre las mismas y con razón), hay otras muchas que habitualmente no se citan, o se citan menos, y que vale la pena referenciar aquí. Pensemos en “la caja de música” de Costa-Gavras, 1989, en la que una esforzada Jessica Lange  comete dos de los grandes pecados de un abogado, estar convencido plenamente de la inocencia de su defendido y defender a un miembro de la familia, el tercero sería enamorarse del cliente. En este caso su padre es acusado de haber sido en su juventud un sádico colaborador nazi. Es comprensible que su hija no creyera las acusaciones y con esa convicción presenta su defensa. La verdad la irá descubriendo con el tiempo. Sobre la defensa del inocente que no lo es tanto, habría que hablar de “Anatomía de un asesinato” (Otto Preminger, 1959) en que un esforzado James Steward intenta defender a un militar ante pruebas circunstanciales y por no alargarnos citemos “las dos caras de la verdad” donde aparece de nuevo la figura del “falso inocente”. Que su cliente sea o no inocente, poco le importa a su abogado en “Presunto inocente” (Allan Pakula, 1990). 

También dentro de esa lista de películas de abogados, una película con un joven actor Al Pacino nos aleja de la vida “glamourosa” de los grandes abogados litigantes y los grandes bufetes (como el que se describe en “la Tapadera”, Sidney Pollack, 1993, en el que el glamour acaba por convertirse en terrorífico) en un film sobre un abogado “de pie” que se enfrenta en solitario  a las disfunciones del sistema de justicia en “Justicia para todos” (Norman Jewison, 1979). Al final la justicia se restablecerá, no sus imperfecciones, pero como suele  ocurrir, a costa del sacrificio personal. Con “legítima defensa” (Francis Ford Coppola, 1997) un despacho modesto se enfrenta a todo el poder de uno de esos grandes despachos americanos, que más que despachos son corporaciones, y a todos sus recursos para desnudar las dificultades del sistema y también sus grietas por donde puede colarse algunas veces la justicia como ocurre en “Erin Brockovich” (Steven Soderbergh, 2000) en la que una inexperta Julia Robert puede con todos como en “Acción Civil” (Steven Zaillian, 1998) en el que los abogados de un pequeño despacho acaban arruinados frente a los gastos de un proceso que no pueden asumir. Y es que el sistema está lleno de debilidades generadoras de muchas injusticias y condicionan la actuación de los abogados. En “el Jurado” (Gary Fleder, 2003) se muestra el precio de los trucos para conseguir un jurado afín a través de un especialista en estudiar sus costumbres, sus pensamientos y debilidades o cómo pueden llegar a ser influenciables, algo que sabíamos desde la citada “Doce hombres sin piedad” mientras que en “Rashomon” (Arika Kurosawa, 1950) sabíamos también lo influenciables y poco fiables que podían ser los testigos. Por otra parte la “presión” del sistema que califica a unos u otros se inicia desde el mismo momento que uno entra en la universidad, como se cuenta en “Vida de un estudiante” (James Bridges, 1973) en que se muestra la dura competencia para ser el mejor estudiante de derecho en la universidad de Harvard, quizás la más prestigiosa de todas. Aunque de nada le servirá ser uno de los mejores abogados a Tom Hanks que será despedido cuando su bufete descubra que ha contraído el Sida. Solo un abogado se atreverá a desafiar al sistema en busca de justicia sin que esto nos haga olvidar que a veces también son los abogados que abusan de los fallos del sistema para aprovecharse de él como el abogado marrullero que intenta estafar a la compañía aseguradora interpretado por Walter Matthau en “En bandeja de Plata” (Billy Wilder, 1966). Marrulleros o no, lo que está claro que no siempre los abogados hacen las cosas fáciles y si no, recordemos la hilarante escena de “la parte de la primera parte” de los hermanos Marx en “una noche en la ópera” (Sam Wood, 1935). 

No podríamos terminar este artículo sobre películas de abogados sin referirnos brevemente al cine europeo y para ello empezaríamos con una de las películas de abogados más recientes “el Oficial y el espía” (Roman Polanski, 2019) sobre el famoso caso Dereyfus y sus repercusiones en la sociedad francesa. Una primera versión de este caso se había filmado ya por Georges Méliès, uno de los pioneros del cine, en año 1899. Ya desde el mismo principio el cine y el derecho han ido de la mano. Otro juicio famoso fue el de “Sacco y Vanzetti” (Giuliano Montaldo, 1971) o el del famoso asesino de mujeres que Chaplin lo reinterpretó en ”Monisieur Verdoux” (Charlie Chaplin, 1947). En todo caso, ni en Europa ni en USA Ser abogado no es un oficio fácil y en “En caso de desgracia” (Claude Autant-Lara, 1958) basada en una novela de Simenon, Jean Gabin interpreta al maduro abogado que tiene que defender a una seductora Brigitte Bardot, consiguiendo su absolución aunque para él esto será el inicio de una desgraciada aventura.  También “una íntima convicción” (Antoine Raimbault, 2018), la protagonista acaba convirtiendo la búsqueda de la justicia en una obsesión, lo que no suele ser un buen consejo para un abogado. Respecto al cine Italiano podríamos citar la divertida comedia, “El abogado, la bella señora y su marido celoso” (Giorgio Bianchi, 1955) en el cual, como ya se intuye en el título, los aspectos jurídicos, salvo por la profesión del protagonista, tendrán una importancia relativa. Algo más serio es el tema del mundo judicial cuando se convierte en un juego en “La più bella serata della mia vita” (Ettore Scola 1972). De Italia pasemos a España, primero con una co-coproducción entre ambos países con El magistrado (Luigi Zampa, 1959) y después con “El crimen de Cuenca” (Pilar Miró, 1980) uno de los mayores alegatos contra la tortura y la necesidad de una justicia, justa en todo momento. Finalmente una curiosidad reciente, la película libanesa “El insulto” (Ziad Doueiri, 2017) que muestra como un pequeño conflicto puede llegar a judicializarse y convertirse en interés para todo un país.

Termino, la lista de películas de abogados sería inabarcable (“el misterio von Büllow”, “el joven Lincoln” o “Impulso criminal” como otras muchas deberían estar en la lista) en este pequeño escrito que pretendía un rápido repaso por algunas películas que reflejan el buen y mal hacer de nuestra profesión. Profesión respetable o de riesgo el cine ha sabido encontrarle todas sus cualidades y todos sus defectos y por supuesto, obligación de confidencialidad aparte, ha sabido convertirla en muchas grandes historias dignas de ser contadas.    

FILMOGRAFÍA:

A continuación se recogen algunos títulos de referencia de películas de abogados,  es un lista ni completa ni incompleta, simplemente unos pocos títulos para quien tenga la oportunidad de verlos.

1899 El Caso Dreyfus (l’Affaire Dreyfuss). Georges Méliès.

1935 Una noche en la ópera (A night in the Opera). Sam Wook.
Con los hermanos Marx.

1936 Furia (Fury). Fritz Lang.
Con Spencer Tracy y Sylvia Sidney.

1939 Proceso y muerte de Sócrates (Processo e norte di Socrate) Conrado D’Errico.
Con Rossano Brazzi y Ermete Zacconi.

El joven Lincoln (The Youn Mr. Lincoln) John Ford.
Con Henry Fonda y Ward Bond.

1947 Monsieur Verdoux. Charlie Chaplin.
Con Charlie Chaplin.

El Proceso Paradine (The Paradine Case). Alfred Hitchcock.
Con Gregory Peck,  Alida Valli, Ann Todd, Charles Laughton y Louis Jourdan.

1949 La Costilla de Adán (Adam’s Rib). George Cukor.
Con Spencer Tracy y Katherine Hepburn.

1950 Rashomon. Arika Kurosawa.
Con Toshiro Mifune.

1955 L’avvocato, la bella signora e il marito geloso. Giorgio Bianchi.
Con Alberto Sordi y Giuletta Masina

Yo confieso (I confess) Alfred Hitchcock.
Con Montgomery Clift, Ann Baxter y karl Malden

1956 Falso culpable (The Wrong Man) Alfred Hitchcock.
Con Henry Fonda y Vera Miles

1957 Doce hombres sin piedad (Twelve Angry Men). Sidney Lumet.
Con Henry Fonda y Lee J. Cobb.

Testigo de Cargo (Witness for the Prosecution). Billy Wilder.
Con Charles Laughton, Marlene Dietrich, Robert Taylor y Elsa Lancaster.

1958 En caso de desgracia (En case de Malheur) Claude Autant-Lara.
Con Jean Gabin y Brigitte Bardot.

1959 Anatomía de un asesinato. Otto Preminger.
Con James Steward, Ben Gazara y Lee Remick.

Impulso Criminal (Compulsión) Richard Flescher.
Con Orson Welles, Diane Varsi y Dean Stockwell.

1960 Heredarás el viento. Stanley Kramer.
Con Spencer Tracy, Gene Kelly, Frederich March

1961 Vencedores y vencidos (l juicio de Núremberg. Stanley kramer.
Con Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Wickman, Montgomery Clifft, Julie Garland.

1962 Matar a un ruiseñor (To kill a Monkingbird).
Con Gregory Peck.

1966 En bandeja de plata (The Fortune cookie). Billy Wilder
Con Jack Lemmon y Walther Matthau.

1971 Sacco y Vanzetti. Giuliano Montaldo.
Con Gian María Volonté y Ricardo Gucciolla.

1972 La più bella serata della mia vitta. Ettore Scola.
Con Alberto Sordi, Michel Simon y Janet Agren.

1973 Vida de un estudiante (The Paper Chase). James Bridge.
Con Timothy Bottoms, Lindsay Wagner y John Houseman 

1975 El honor perdido de Katherine Blum (Die Verlorene Ehre der Katharina Blum) Margarette von Trotta, Volker Schlöndrofff.
Con Angela Winkler y Dieter Laser.

1979 Justicia para todos (And justice for all). Norman Jewison.
Con Al Pacino, Lee Stasberg, Jack Warden y John Forsythe.

1982 Veredicto fina (Veredict). Sidnet Lumet.
Con Paul Newman, Charlotte Rampling, James Mason.

1990 Presunto inocente (Presumed Innocent) Alan J. Pakula.
Con Harrison Ford Raúl Juliá y Greta Schacchi.

El misterio von Büllow (Reversal of Fortune) Barbet Schroeder.
Con Glenn Close y Jeremy Irons.

1992 Algunos hombres buenos (A few good men).
Con Tom Cruise, Deny Moore, Jack Nicholson.

1993 Filadelfia (Philadelphia) Johnathan Demme.
Con Tom Hanks, Denzel Washington y Antonio Banderas.

La Tapadera (The Firm). Sydney Pollack.
Con Tom Cruise, Gene Hackman, Holly Hunter y Jeanne Tripplehorn.

1996 Las dos caras de la verdad (Primal fear) Gregory Hoblit.
Con Edward Norton, Richard Here y Frances McDomand.

1997 Legítima defense (The Rainmaker) Francis Ford Coppola.
Con Matt Demon, Clare danes y Danny de Vito.

1998 Acción Civil (A civil Action). Steven Awillian.
Con John Travolta y Robert Duvall.

2000 Erin Brockovich . Steven Soderbergh.
Con Julia Roberts, Albert Finney y Aaron Eckhat.

2003 El Jurado (the Runaway Jury) Gary Fleder.
Con John Cusack, Gene Hackman, Rachel Weisz, Dustin Hoffman.

2012 Hannah Arendt. Margarethe von Trotta.
Con Barbar Sokw, Axel Miber y Janet Mc Teer.

2017 El insulto (L’insulte), Ziad Doueir.
Con Adel Koram y Kanel El Basha.

2018 Una íntima convicción (Une intime conviction). Antoine Raimbault.
Con Marina Foïs y Olivier Gourmet

2019 El Oficial y el espía (J’accuse) Roman Polanski.
Con Jean Dujardin, Louis Garrel, Vincent Grass y Emmanuelle Seigner.

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Juan Ramón Balcells

Abogado de profesión y vocación con una cariz plenamente internacional y con una larga trayectoria y experiencia.

2 Comments

  • Roger Pardo dice:

    Un gran artículo y gran selección de películas. Echo en falta una mención especial a las series de abogados ya que, aunque técnicamente no sean consideradas como cine, las hay de muy buenas y adictivas. Por poner un ejemplo de algunas: The Good Wife, Better Call Saul o Suits.

  • Totalmente de acuerdo contigo Roger, posiblemente sea necesario redactar un nuevo artículo para recopilar las mejores series de abogados 😉 ¡Gracias por tu comentario!

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